Celebremos con gozo la gran festividad de la Virgen de la Asunción. Diríamos que es el tramo último de María, verdadera seguidora de Jesús. Desde el nacimiento del Señor hasta su crucifixión, Ella ha estado siempre a su lado, escuchando y asimilando todo en su corazón; en el momento crucial de la crucifixión allí, stabat, palabra latina que significa: allí está de pie ante la muerte de su Hijo, sufriendo con Él; también estaba con los apóstoles en el momento de la venida del Espíritu Santo. Fue testigo especial de la resurrección de Jesús y, finalmente, como Jesús, sube a los cielos como colofón y cumbre de toda una vida con el Señor. La resurrección de Jesús produce el primer fruto e la Asunción de María. Es Ella la que realiza todo lo que él Señor nos ha prometido y que ha realizado en María. Toda nuestra esperanza se ha hecho realidad en María. Es Ella la que nos muestra el camino al que nosotros estamos llamados y que, si seguimos a Jesús, también en nosotros Dios lo realizará. Nuestra patria es el cielo, y nuestra realidad en la tierra es seguir, como María, las pisadas de Jesús. En María, es Jesús quien muestra el triunfo de su resurrección; y María es quien, mostrando a Jesús con su Asunción, nos muestra a cada uno de nosotros el camino de resurrección al que estamos llamados a vivir. Es María nuestro modelo y nuestro camino. Es Dios, es María, quienes nos enseñan con toda eficacia, que nuestro destino es la vida para siempre en la paz del cielo con Jesús y María, si Madre y nuestra Madre. Es María la profetisa que nos anuncia la grandeza de Jesús y nuestro triunfo final con Jesús y con María. Feliz fiesta de la Asunción y felicidades a todas aquellas mujeres que llevan este hermoso nombre de ASUNCIÓN.
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