La fiesta nos ha llegado al corazón. Cuando se vive la paz, se simplifica la vida. No hay que buscar otro camino; la vida entra espontáneamente en la simplicidad, cuando esta, la simplicidad, es alimentada por la paz, regalo del Señor. Y esto no fue una enseñanza teórica o una charla bien estructurada; no, nada de eso, ha sido un ambiente una experiencia que nos ha hecho vibrar en el corazón en medio de la espontaneidad de la simplicidad. Ver a los hermanos felices de encontrarse, de ofrecer a los demás con toda simplicidad sus cualidades: poesía, música, cuentos; no se buscaba presumir; era ofrecer, sentir que dando, se recibe y olvidándose de sí mismo, se encuentra la fraternidad. Cómo no recordar la plegaria del mediodía; toda ella alrededor de la paz que San Francisco descubrió en el evangelio; recordad esos silencios, con el fondo de la flauta con la que Laura nos deleitaba. La espontaneidad de la sobremesa, después de esas paellas que toda la colla de Juan, Juan Salva, Jesús, artesanalmente, realizaban; y Amparo que nos hacía degustar una gran paella vegetariana que sabor a buen gusto y cariño con que la hizo. Gracias. Y no digamos de las actuaciones de la sobremesas. De nuevo, Laura nos deleitaba con su flauta, Carmen con su poesía, Belén y Paula con sus informaciones sobre el movimiento ALPHA Y Javier, con su buen hacer en tantas realidades. Y la eucaristía? La presidía nuestro buen amigo y hermano Oriol, párroco de Ribesalbes. Sentida, en la que el coro, Veus de Pau, puso y pone todo su corazón y sentimiento, acompañados por Tere en el órgano, Roser, la flauta, Laura, también la flauta y Marisa, el clarinete. Todos fuimos importantes en esta nuestra gran fiesta. Como cantábamos al final de la eucaristía: QUE EL SEÑOR OS BENDIGA A TODOS... Qué nuestra vida se llene de paz y viva el camino de la simplicidad. Seguiremos presentando los ecos de esta nuestra fiesta.
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