El verano avanza y se intensifica. Es como un anuncio, o, si queréis, una monición, un alerta; no os durmáis, estad atentos, nos dice, es una hora constante de despertar, el que significa que, al igual que el sol nos deslumbra, así nosotros debemos caminar siempre con esa intensidad de luz en el corazón; al igual que el sol calienta con toda virulencia, también nuestro corazón debe vibrar con la presencia de Jesús y todo el séquito que le acompaña, y todos a nuestro servicio. El Señor es una multitud, y es tan fuerte que es un ejército, y es tan insignificante que penetra en nuestro corazón por cualquier lugar. Fijaos todo, toda esta multitud que está alrededor de Jesús, todo esté fuerte ejército que Él posee, todo a nuestro servicio. Es Dios, el Señor, quien lo ha pensado, creado y puesto a nuestra disposición. Hoy, con fe, digámosle: gracias; un gracias que salga de nuestro corazón y que, aunque en tu vida sea de noche, no importa; abre los ojos del corazón, verás que estás en la luz y en la mejor y más eficaz compañía que puedes imaginar. Paz y bien
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