No perdamos de vista está festividad de la Transfiguración, del monte Tabor; es la que anima y estimula nuestro caminar. Junto al monte Tabor, todos tenemos nuestro monte de los Olivos, todos tenemos nuestro Getsemaní. Si en los dos domina la entrega del Amor, el resultado será: la redención, que es nuestra salvación. Lo importante es que domine y dirija el amor; un amor de entrega, cuando en nuestra vida domina la aparente oscuridad del monte de los Olivos, y amor de entrega cuando, en nuestra vida, brilla la nitidez del monte Tabor. Ambos tienen que estar, profundamente, interrelacionados, para que nosotros caminemos por ambos con la suavidad y ligereza que, aún en medio de grandes dificultades, nos produce la esperanza del amor transfigurado que vivimos en el monte Tabor. Es el amor el que nos hace subir estas dos míticas montañas, en las que encontraremos la respuesta oportuna a cada una de las circunstancias de nuestra vida. Lo que importa es subir; subir el monte Tabor y subir el monte de los Olivos. Es Dios quien está ayudándonos a vivir en plenitud la realidad de su amor de entrega que Él nos regala. Es Dios quien sube contigo estés donde te encuentres. Feliz y buen día.
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